Dos largometrajes documentales sobre la emigración forzosa y la
terrible situación de los refugiados en los campos europeos,
el de Calais en el norte de Francia primero,
y el del Aeropuerto Tempelhof de
Berlín fundado bajo el régimen nazi el segundo, son las responsables de que la
5ª sesión de la sección oficial del Festival de Cine Independiente IBAFF, fuera una sesión seria, deprimente, plúmbea,
bastante dolorosa. A mí casi me deja K.O. Obviamente el cine no es solamente
espectáculo, estética y cosas divertidas, como bien apuntó el director del
Festival en la presentación de “Los burgueses de Calais”. El cine también puede ser un arma arrojadiza y
un revulsivo de la conciencia cuando funciona como un espejo de la realidad social,
metiendo el dedo en la llaga de situaciones ante las que normalmente preferimos
cerrar los ojos; y su capacidad de
provocación, así como su poder transformador es en este sentido inigualable
¿quién puede negarlo?, en manos de gente con talento o simplemente con las
ideas claras. Pero las buenas intenciones en este medio, desgraciadamente,
por sí solas no bastan. Creo que cualquier tema es bueno en el cine si su realizador sabe
tratarlo, y es su modo de tratar el tema lo que al final hace que nos
interesemos en él y sea capaz o no de activarnos.
Tal
como lo veo yo, es precisamente esa claridad la que falta, empezando
por el mismo título, en la primera película: ¿Quiénes son en definitiva esos
dichosos “burgueses” del documental sobre Calais
a los que nunca se les ve la cara ni se les escucha hablar?; ¿podemos seguir
aplicando hoy esa denominación decimonónica de modo abstracto?; ¿se refiere a
todo aquel ciudadano activo que paga sus impuestos y vive más a menos
decentemente gracias a su trabajo, o sólo a aquel que sospechamos que piensa de
modo diferente al nuestro, al margen de que sea ama de casa, pensionista, misionero, frutero, embajador o empresario de éxito?… Que Europa falla en su
representación de sí misma como Libertadora y Garante de Derechos ya lo
sabíamos, todos los días nos lo recuerdan los informativos; estamos ya
insensibilizados, casi totalmente embrutecidos a base de oír que cada vez se
levantan más muros y cada vez más altos. Y horroriza en efecto, al que aún no
se ha embrutecido del todo, que la conexión mediática del mundo por medio de
las nuevas tecnologías de la comunicación, no impulse un espíritu más
comunicativo, un nuevo humanismo o un internacionalismo más solidario. Pero ¿de
quién es la culpa?... ¿De “los burgueses” o qué?: Considero que una visión dramáticamente
maniquea que se evidencia en el uso del B/N, impide al director de esta película, desde
el principio, enfocar el problema en toda su complejidad e iniciar una
introspección sin duda necesaria para abrir el debate con rigor hacia perspectivas resolutivas.
En contraste con este, el segundo documental
“Central Airport THF” sí es riguroso, y a este respecto más plausible, porque no parte de una idea preconcebida ni
quiere llegar a una conclusión determinada,
sino que se conforma con observar, durante un período de tiempo concreto, ese
espacio al que explícitamente hace referencia el título, siguiendo en su rutina cotidiana a varios individuos que viven provisionalmente
en él, casi como zombis en un Limbo burocrático, muy pulcro y bien organizado
eso sí, mientras esperan el Día del Juicio Final… Es obvio que una estética
divertida no es consecuente con un tema serio como éste. No obstante, valorar
una película sólo por el tema que trata, ¿no es como valorar un libro por sus
tapas, una danza por el escenario en el que se realiza, o un compromiso humanitario
declarado públicamente con la foto de las dos manos que se estrechan bajo una pose de sonrisas a la luz de los focos?... Al fin y al cabo el IBAFF, aunque solidario y
claramente comprometido contra la exclusión social, no es un festival altruista
dedicado a las causas humanitarias, sino un Festival de Cine, considero que es
importante no olvidarlo, inspirado además en una figura mística con una visión
del mundo unitaria que, por si fuera poco, destaca en el mundo islámico por ser
favorable a “la imaginación icónica”; y el material que aporta como punto de
encuentro ¿no debería valorarse teniendo esto
en cuenta?
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