viernes, 19 de enero de 2018

"Globos galácticos"



  Los “globos galácticos” están de moda,  frente a los tradicionales “globos terrestres, ¿por qué?... Ganándose la ilusión de los más pequeños, se han vendido muy bien durante las últimas Navidades, aunque son el doble o incluso el triple más caros.  Básicamente son cuatro las características que diferencian a un “globo galáctico”  del tradicional  “globo terrestre”, de color serigrafiado:  
    es esférico (1º), es resistente como un flotador acuático (2º), es transparente como una pantalla reflectante (3º)  y brilla con luz eléctrica (4º). ¿Su éxito comercial es debido a alguna de estas novedades, a todas ellas o hay algo más?...  ¿Es posible que el diseño y sistema de producción material de los globos de moda revelen una conexión con aspectos esenciales de nuestra manera contemporánea de ser, tendencias en general y otras peculiaridades de nuestra época, que lo hacen especialmente atractivo?... Si es así, en qué consiste la conexión y qué es lo que concretamente revelan, ¿cuáles son esas tendencias?...  

 Por otro lado,  ¿qué es en realidad “un globo”?;  ¿y “un juguete”?; ¿qué conecta un “globo”, en cuanto “juguete”, con la inocente infancia?... Y la infancia, incluso tratada y conducida de la mano como un globo, ¿desde cuándo se comporta como tal y puede considerarse, en consecuencia, un juguete?... -¿Puede un globo transformarse en artefacto o lo que sea y seguir siendo globo?;  y más aún: ¿es la inocencia una especie de globo que pueda sobrevivir a la infancia ?: ¿¡cómo!?… 

 Antes de empezar con el análisis en cuestión, creo que es importante subrayar que un globo, cualquier globo se puede llenar de cualquier cosa: sin embargo, si lo que se quiere es que se comporte como un contenedor ligero con aspiraciones aéreas,  hay que llenarlo de aire, o bien de helio si se espera, además, que se eleve por sí mismo. El aire puede introducirse en su interior soplando a pulmón o utilizando un inflador especial, el helio sólo por medio de un inflador.  Y da la casualidad de que los que prefieren la mayoría de los niños, de ahora y de antes, son los globos que se elevan por sí mismos, los globos de helio que suelen encontrarse ya inflados en los puestos de venta, flotando tentadoramente por encima de sus cabezas gracias a un inflador especial  de helio que no suele estar a su alcance. ¿Por qué será que a los niños les encanta alcanzar las cosas que no están a su alcance?


  1º) Un “globo galáctico” es  esférico, más parecido a nuestro achatado Planeta que a una cabeza abombillada o a una irregular fruta gigante, al estilo del “globo terrestre”. El diseño y el material de que está hecho, un plástico o látex más resistente o el mismo de siempre empleado en mayores proporciones,  concurren en que al inflarlo no pierda la perfección de esta singular forma geométrica, que aguante bien el cableado eléctrico unido a él con cinta adhesiva, y que soporte mejor el vapuleo del aire, los golpes  y los pinchazos, durante más tiempo.  2º)  Es tan resistente que, según indicaciones de los fabricantes, igualmente puede funcionar como flotador en el medio acuático;  basta quitarle el cable para usarlo en este sentido…  Así que ¡el sufrido globo redondo que triunfa  resulta que también es “multifuncional”!.                                                                      
 -Es indudable que  la “multifuncionalidad”, así como “la capacidad multimedia”, que permite a un sujeto o a un objeto cualquiera, cambiar de medio y asumir distintas funciones e identidades según  lo va haciendo, son signos de nuestro tiempo ¿no?. 

 Comoquiera que sea,  todo el circuito de producción del “globo galáctico”, desde el material usado al diseño y la forma de presentarlos ante el público, da lugar a una vistosa uniformidad bien planificada. Todas las unidades que salen de ahí son idénticas, con una regularidad esférica  asegurada  y una vulnerabilidad predecible: lo único que cambia, de comprador en comprador,  es el tamaño  y, correlativamente, el precio.   


3º) Un “globo galáctico” es o bien transparente o translúcido:   igual que el agua, el aire o el vidrio, no tiene más color que el que puede verse a través de él; sólo refleja, tal vez con más nitidez que el espejo irisado de una burbuja de jabón, los que la rodean. En esta línea también los hay ligeramente coloreados y con patrones decorativos, pero esos patrones que opcionalmente los adornan son como mayas transparentes, y el tinte  con el que se presentan en todas sus versiones siempre deja pasar la luz; todas las variaciones al respecto tienen en cuenta el material transparente:  y el sencillo juego de luces eléctricas sirven para  hacer  visible de un modo peculiar  este material transparente,  sin embargo este punto lo dejaremos para el apartado correspondiente.  Lo que ahora y aquí interesa destacar es que un globo transparente no es un globo descolorido, sino un globo multicolor: aunque sus colores no son fijos ni forman parte de él como el color serigrafiado forma parte del tradicional “globo terrestre”, sino que son los del ambiente que lo rodean.  Así que cambia, o “se adapta”, según el contexto, al movimiento del portador y sus circunstancias. Funciona también, en resumen, como un “espejo reflectante” o una “pantalla”.
 
 También me parece destacable apuntar aquí y ahora que la búsqueda y promoción de la transparencia a todos los niveles  no es sólo un desafío característico de nuestros tiempos,  especialmente apremiante tras una profunda crisis, sino de siempre: tal vez lo que distingue nuestra transparencia de la de otros tiempos, es que buscarla hoy está de moda porque la crisis actual es “global”  y ciertas maneras de “globalización" partidista están en crisis…; y además se dispone de medios, algunos de ellos apoyados institucionalmente, que invitan a pensar que podemos conseguirla... Siempre parecen pocas, ciertamente, frente a la posibilidad del  fraude de la corrupción más insospechada,  en el corazón mismo de nuestro corazón humano, todas las precauciones y medidas prácticas de control posible. Porque, del mismo modo que nuestro tiempo parece tender a la transparencia en algunos aspectos, también  parece que en otros tiende hacia “el lado oscuro”.  Y ¡quién sabe lo que puede ocurrir si ambas tendencias se mezclan!:                                                                                                                                                   
 Pongo un ejemplo: para visualizar la situación que condujo a la reciente crisis, ¿a quién no le viene a la mente la imagen metafórica de un globo, en este caso a modo de burbuja, que estalla?… Pero cómo os la imagináis de verdad: ¿sois capaces de hacerlo en detalle?,  ¿era una burbuja negra como la noche o una multicolor,  un globo transparente o uno que combinaba transparencia y color?-  Es difícil concebir que una burbuja 100% transparente pueda cobijar en su interior a un nicho de corruptos y provocar una catástrofe ¿verdad?… Es más difícil de concebir aún si la adorna un gracioso juego de luces como las que lucen calles en fiestas y árboles navideños; por tanto la dolorosa burbuja político-financiera que estalló y cuyas catastróficas consecuencias arrastramos debe ser ¿opaca  como un “globo terrestre”?, ¿o qué?...                                                
 En definitiva, nos siguen interesando los  globos incluso en medio de la peor de las crisis, igual que cuando éramos niños, y todo lo que de diversión traen consigo, pero ahora nos atraen más los que nos muestran supuestamente lo que llevan dentro y nos permiten ver a través suyo .


 4º) Un “globo galáctico” lleva incorporado un sistema de luces eléctricas o leds que se puede activar, a voluntad, por medio de un mando a pilas que tiene dos posiciones: luces fijas o parpadeantes.  En lugar del tradicional cordel o hilo de cuerda, lo que parece unir al globo de moda con su portador es precisamente este cable eléctrico, que rodea como una diadema al globo y serpentea en torno al hilo desde su base de flotación hasta el mando. Estas dos últimas innovaciones, luz (4º. A)  y mando de control de la luz (4º. B), son las más características,  las que más  llaman la atención  y las que,  probablemente,  justifican su éxito comercial entre las nuevas generaciones.

                            4º. A) El “globo galáctico” es novedoso en el uso  que hace de la tecnología eléctrica,  pero en modo alguno es original en cuanto al uso mismo de la luz. Recordemos a propósito que ya hubo antes otros globos iluminados: el “globo iluminado flotante de la Antigua China”, por ejemplo, también llamado “linterna volante”, “farolillo de papel de seda oglobo de los deseos,  un precedente insoslayable de todos los globos aerostáticos.  En el interior de este globo, parecido a una pagoda, una torre de despegue y un paracaídas a la vez, se apila una pequeña pira hecha normalmente de parafina que, al prenderse, calienta el aire y lo vuelve menos denso, que es lo que lo levanta del suelo. Una vez encendido se eleva, y viaja por el aire hacia las alturas mientras conserva su llama viva. El mismo mecanismo de combustión interna que lo hace brillar como una linterna es lo que le permite volar lejos...  La contemplación de este espectáculo sigue dando lugar, incluso en la actualidad, a toda clase de inspiraciones espirituales y contemplaciones  poéticas que justifican su asociación histórica con “soñar” y diversos rituales basados en “pedir  deseos” y en “recordar a los muertos”;  pero en este punto no es inoportuno recordar también, sino al contrario, es muy oportuno recordar que el origen de la invención, atribuida al general  Zhuge Liang según la Wikipedia, fue asustar a las tropas enemigas. 

                                                                           4º. B):  En el “globo galáctico” el hilo que lo une a su portador se vuelve invisible de un modo peculiar gracias a su entrelazamiento-solapamiento con el cable de las luces eléctricas o leds.  Indicando su presencia lumínicamente, es el cable eléctrico y no el hilo el que parece el auténtico intermediario entre el  portador y el globo. Pero el portador, como bien indica su nombre,  conduce al globo a donde quiere,  no sólo lo enciende y apaga a su antojo. Este uso decorativo de la luz parece disimular el hecho mismo del control que ejerce sobre él el propietario, pero el control  sólo se ha sofisticado y, en efecto, es mayor que el que ofrece el clásico “globo terrestre”;  el control del propietario del “globo galáctico” es doble: como legítimo portador y como director del mando de luces.                                                                                                                                                   
  El “globo terrestre” también es un sistema de control que depende de un hilo; sin embargo en este caso es evidente, y el hilo no puede pasar desapercibido sino como pasan desapercibidos los hilos de una marioneta: la relación del propietario-portador  con su “globo terrestre” es simple,  por mucho que este conduzca su  globo igual que a una mascota obstinada, que a un esclavo o que a un preso.

  Los niños se suelen dar cuenta, más temprano que tarde, de que la relación de poder con el globo es bidireccional, éste les controla y posee a ellos tanto como ellos a él, y probablemente por ello, no sólo por despiste o aburrimiento, muchos de ellos acaban explotando, o fugándose en alegre estampida.  Pero estas posibilidades de fuga no están fácilmente al alcance del “globo galáctico”, porque es más resistente, y porque lo retiene con seguridad a poca distancia del suelo el simple peso del mando del cableado de leds. El sistema eléctrico que lo hace brillar, anunciando su presencia a los cuatro vientos, es, en fin, el grillete que le impide escapar.

 ¿Sería descabellado comparar esta situación de control, la doble sujeción y dependencia que pone en juego el “globo galáctico”,  con la situación general de las nuevas tecnologías multimedia portátiles? ¿No disimulan-solapan esta tecnologías normalmente con luces de colores, interfaces divertidas, juegos, entretenimiento y artificios de espectáculo, esta relación de control con el sujeto portador?...  En cualquier caso, es como si el globo de moda pretendiera, con todos sus atributos peculiares, ser algo más que  un simple juguete infantil.  Quién sabe si la próxima evolución del globo sea justamente en esa dirección, hacia el despliegue de los objetivos de su diseño chino original, la desaparición del hilo-cable y la posibilidad del control remoto de su movimiento, como ocurre con el dron y demás artefactos teledirigidos, también de moda, tal vez por medio de la incorporación de insólitas aplicaciones informáticas... ¿Pero eso seguiría siendo “un globo”?...  ¿A qué enemigo pretendería asustar?  -Y a los niños que pudieran jugar con él, ¿acaso no les convendría jugar con otros juguetes? .–


  En último lugar, el “globo galáctico” indica la presencia de su portador anunciándose por medio de la luz eléctrica, del mismo modo que el “globo terrestre” lo hacía por medio de los colores. No obstante su sistema de iluminación autónoma y el juego de reflejos que  produce, dentro y fuera de su  transparente superficie esférica, no invitan a “pasear el globo” durante el día, aunque la opción existe: pues se luce mucho más y mejor por la noche.  El globo galáctico es básicamente un exhibicionista nocturno, y es seguro que de aquí le viene su nombre (4º. C). ¿O es que se puede admirar a plena luz del día La Vía Láctea, Andrómeda, o siquiera alguna estrella diferente que no sea el Sol? Pues lo mismo pasa con este globo. Hay que salir de noche para encontrarlo, especialmente en horario familiar, en períodos festivos  y por el centro comercial de la ciudad.                                                                                                                                                          
  Ahora bien, si se quiere ver y admirar una galaxia de verdad se necesita oscuridad de verdad, el momento adecuado y un buen equipo de observación. Teniendo en cuenta el problema de contaminación lumínica de la ciudad, eso significa que hay que salir de ella, irse a cualquier parte de las afueras, subir a un monte, entrar en el observatorio y, allí, hacer un zoom con los ojos entornados y buscarlas casi en sueños: 

  Es muy guay, sí, llevar de la mano a un globo que representa a una galaxia, aunque no esté clara la procedencia de la galaxia a la que representa: ¿pertenece a la galaxia de la que forma parte nuestro planeta o a otra lejana?... En estos momentos es más guay, de todos modos, que llevar de la mano un frágil y poco fiable globo embajador de nuestro pequeño Planeta Tierra. Pero, ¿durante cuánto tiempo?.                                                             
 



   La propuesta del “globo galáctico” es, recapitulando, tan sugerente y ambiciosa como atractiva. El “globo galáctico” tiene la publicidad de su parte, lo que se observa desde el principio en su nombre con gancho; tiene buena imagen y, como a cualquier globo,  le gusta llamar la atención sobre sí mismo, y éste lo consigue de un modo que es acorde con los tiempos que vivimos, sirviéndose de la última tecnología que está a su alcanceDebido a ella, lo que ha perdido en  ligereza y flexibilidad poética respecto de los “globos terrestres”, lo ha ganado en  juego de control.  Y es multifuncional.  Tan regular y brillante en su aspecto externo como eficaz en su lúdico cometido, es capaz de introducir al niño que lo lleva, igual que un guía comedido pero bien preparado, en el mundo que  lo va rodeando: este mundo presente en el que parece cada vez más indispensable familiarizarse cuanto antes con las pantallas, los botones, los nuevos juegos de control  tecnológico. Ya hemos visto que como globo iluminado no es pionero, ni original como podría pretender; y que, por su resistencia, multifuncionalidad y manera de exhibir su transparencia, se parece más a un artefacto que a un globo de los precedentes. 

  Si es mejor o peor no da igual, pero cómo saberlo... Lo que está claro es que el “globo galáctico” está de moda porque va a la moda de los tiempos que vivimos, en él se reflejan (y a su través se ven) las líneas de fuga predominantes del horizonte de la vida contemporánea. Yo lo veo así. Son líneas curvas empequeñecidas y algo distorsionadas propias de un globo, delimitadas por mi propio reflejo, pero evidentes para quien quiera verlas . ¿Las habrán visto el diseñador y los fabricantes?,  ¿y los vendedores?, ¿y los padres que compran pensando en sus niños?,  ¿y los niños?, ¿importa mucho?, ¿hacia dónde nos dirigimos?