En el lenguaje pugilístico "hacer
sombras" significa dar golpes al aire, moverse y realizar maniobras en
solitario a modo de entrenamiento, pensando en un contrincante pero sin
necesidad de tenerlo delante físicamente. "Hacer sombras" equivale en
este sentido a "prepararse" = "mantenerse en guardia", desperezamiento mental y físico indispensable
para afrontar la lucha en el cuadrilátero. Sin embargo también se pueden “hacer
sombras” sin ese objetivo, sin intenciones de subir a ningún ring, por pose, por “amor al arte”, por juego o
simple diversión…; del mismo modo que puede hacerse “teatro de sombras” o “chino” sin necesidad
de pensar en el cine. Si dejamos aparte las cuestiones técnicas, la del
desarrollo histórico de la técnica, lo
último no es necesariamente siempre una superación o un nivel superior de
evolución de lo primero, creo. Pues,
¿no hay batallas interiores sin cuento, e historias contadas por sombras a la luz
de una simple linterna, que son tan buenas como las mejores películas de ahora,
tan buenas como los más espectaculares combates de boxeo?. Así que me pregunto,
¿qué es el cine?, ¿en qué consiste, si es que es algo más que técnica, lo que
lo hace tan especial?…
La muestra
de cortos de la sección oficial del Festival Independiente de Cine IBAFF
presentada en su 4ª sesión bajo la denominación Programa Origen, me hace plantearme estas cosas porque desafortunadamente
no han podido conectar del todo conmigo ninguno de ellos, y por tanto sólo me
quedan de ellos algunas partes minúsculas. No sé si tiene mucho o poco que ver aquí
el hecho de que he entrado a verlos sin ideas previas, sin leer de antemano
sinopsis ni presentaciones mediadoras de
ningún tipo, igual que hice en las películas de los días previos con el fin de
estar libre de influencias y poder optar a una opinión lo más abierta posible. O
si es que ya he visto suficientes películas a lo largo de mi vida como para
formarme al respecto mi propio criterio. El caso es que es así para mí…: Entre las historias de esta primera tanda de
cortometrajes, todas relacionadas con reflexiones sobre la identidad y el lugar
de procedencia, o con procesos de “desterritorialización” y “desarraigo” según
se mire, encuentro algunos buenos momentos
como el del caracol de “En esas tierras”, planos magníficos como el de la
mascletá de “Todas íbamos a ser reinas” o los finales de “Adah Kaleh”, guiones singulares como el de “Heridas contra
el olvido”, y escenas interesantes como la de los murciélagos y petroglifos de “Olhe Bem as Montanhas”, o aquella
con la que termina “Scaffold”. Me quedo
con eso de esta 4ª sesión, y por supuesto con “Nuestro tiempo”, el largometraje
de Carlos Reygadas que vino a continuación. Un largometraje monumental de tono
épico cuasi homérico, sobre las intrigas de una poderosa familia ganadera del
Méjico actual en el que las ideas y los sentimientos están a la altura de las
grandes pasiones y los espectaculares paisajes filmados que éstas sobrevuelan. Aunque ganaría a mi modo de ver si el director no la hubiera hecho tan larga, reequilibrando
de otro modo la intensidad con la duración, vale la pena verla, porque es
extraordinaria. En cualquier caso también
es posible que me pareciera larga porque cuando empezó yo ya estaba cansado y
no era mi momento más adecuado.
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