jueves, 26 de diciembre de 2019

lunes, 9 de diciembre de 2019

Moles


         Moles, bemoles de gigantescas montañas en las que rompen cual olas, a gran 
       velocidad, corrientes de densa  niebla  y de  nubes  embravecidas, algodonosas,
        fantásticas y provocadoras, sólo en apariencia caprichosas, sólo en apariencia
         desordenadas, imprevisibles.








sábado, 12 de octubre de 2019

Érase una vez en… H_ _ _YW_ OD




  Érase una vez… una película que estuvo a punto de convertirse en una gran película y se quedó en el intento, debido al caprichoso “revisionismo histórico inconsecuente” de su director. 
 Érase una vez  otra oportunidad para la representación de la realidad más irrepresentable, desperdiciada en un flirteo tramposo con los cuentos de hadas para niños…   
Érase una vez en… HORRYWOOD. 

 Creo que esta última película de Tarantino es bastante entretenida, y seguramente es de las mejores de su producción, sin llegar a la excelencia de Reservoir Dogs, Pulp Fiction o Jackie Brown. Estas son las películas que, en mi opinión, demuestran su peculiar visión y estilo cinematográfico, ese juego de realismo sucio y fantasía bizarra típica del cómic que él ha hecho totalmente suyo, que lo diferencia de otros directores y cimenta su prestigio.

  Sin duda es genial la parte del film dedicada a la descripción del atribulado Hollywood de finales de los 60; y lo mejor de esta parte, la historia de amistad de la pareja protagonista a través de la cual lo contemplamos, brilla admirablemente gracias a las interpretaciones del tándem Pitt-Di Caprio. A través de estos, el actor Rick Dalton y su inseparable doble para escenas de acción, Cliff Booth, Tarantino transparenta a pequeña escala los entresijos de esta gran industria norteamericana de alcance universal, la llamada <Fábrica de los Sueños>: la duplicidad de los valores que impulsan el duro trabajo de la imaginación; las luchas subterráneas por el poder, por las ideas, por el éxito, por la supervivencia; la crisis del star system ya evidente en el apogeo de la floración hippie e insoslayable en 1969, el año en que se centra la película. El año de la infame masacre en torno a la que se orienta el film, que señala mucho mejor que el conflicto con Vietnam, según algunos periodistas, el fin de la Era Hippie. Tarantino muestra un Hollywood que sobrevive como puede a su Edad de Oro, que lejos de su Esplendor Clásico lucha por mantener estatus y liderazgo no sólo frente a las producciones cinematográficas foráneas, la televisión omnipresente y el vídeo en auge, sino frente a las recientes ideas contraculturales de la nueva generación de norteamericanos y sus nuevos hábitos de consumo... Apenas es un apunte, pero vale la pena subrayar en este sentido la mención en el film al género pornográfico emergente, en contraste con el emporio Playboy, entonces ya normalizado; así como merece una mención la muestra de “claudicaciones” de la gran industria cinematográfica ante estéticas extranjeras de bajo presupuesto como la del spaguetti western, el subgénero nazi o el de luchadores estilo Bruce Lee.

  Esta visión, llena de idealización y realidad a partes iguales, es genial, en efecto, porque refleja de manera extraordinaria el otro lado del espejo mágico del mundo cinematográfico. Y dentro de ella sobresale, en particular, esa breve historia del cine inventada a partir de carteles de películas y fragmentos documentales ficticios, con los que Tarantino compone la trayectoria de su protagonista, que para mí es el hallazgo más interesante y divertido. 
 Sin embargo, la película se cae de bruces contra el suelo cuando Tarantino se enfrenta a la realidad exterior al cine y hace su ajuste de cuentas personal con ella, tergiversando deliberadamente los hechos, más o menos conocidos, de la trágica historia de la familia Polanski, con el fin de encajarlos en esa visión. 

Afirmaba A.Hitchcock que una película era tan buena como bueno fuera el retrato de su villano, tanto mejor cuanto más verosímil fuera el malo... 
Pues en esta película Tarantino contaba en principio, dentro de su propia historia, con uno de los más despreciables que existen, y además auténtico, capaz, a través de sus acólitos, de cometer uno de los crímenes más sonados de la historia, tan atroz como cobarde…; y sin embargo se ha olvidado de él. Tarantino no sólo se ha apartado de la verdad en el momento más crítico del film, sino que se ha olvidado del villano, de sus secuaces y del famoso crimen. 

 Sin duda, este apartamiento de la verdad y este olvido en el punto crucial no tienen que ver con las circunstancias, ni son triviales; son aspectos entrelazados de la misma visión.

  Aunque la tragedia perpetrada por el villano y su “ejército zombi” no es el único motivo narrativo del film, ni siquiera el principal, buena parte de la acción sí que gira a su alrededor, de hecho, la publicidad de la producción la utiliza, y la sensación especial que transmite desde el comienzo pende sin duda de ella, de esa tragedia que atrae como un morboso imán, atractivo y temible a la vez. Sí, la publicidad del film ha sabido sacarle partido al “agujero negro”. Y sin embargo, Tarantino ni lo muestra ni hace el menor intento de acercarse a él. Al contrario, en cuanto ha captado nuestra atención en esa dirección, se aleja en la opuesta.

  Por esta razón, la narración de la trágica historia real de Roman Polanski y de su mujer, Sharon Tate y amigos, que transcurre paralela a la del ficticio tándem protagonista, es tan ambigua; parece reveladora pero en el fondo está hueca, y resulta triste y espúrea.
Y así, en lugar de iluminarnos al respecto, o de permitir que nos perdamos en nuestra propia oscuridad, la película directamente defrauda nuestras expectativas y decepciona. Nos deja fríos, flotando en la superficie de las apariencias, igual o peor que antes de haberla visto.

 Porque es hermoso imaginar a la joven actriz Sharon Tate recién llegada a Hollywood, encandilada con sus luces y con su propia imagen en la gran pantalla, acariciando su embarazo con una nube de ensueños. E indudablemente gratifica visualizarla, gracias a la magia del cine, no como víctima, sino tal cual podía haber sido al margen del crimen al que tan odiosamente va asociada la memoria de su nombre.
 Lo que pasa es que la vida de esta incipiente promesa se cerró con su muerte en 1969, hacia donde apunta la película, y su historia está ya irremediablemente unida a la de sus verdugos, nos guste o no, su nombre al de ellos. La tragedia es inevitable porque es historia, y Tarantino no ha sido capaz de contarla, en fin, o no ha querido contarla después de todo, lo cual es igualmente frustrante. Ya que ha tenido el apoyo de una superproducción y 3 horas de oportunidades para ello, y las ha desperdiciado todas. 

 Probablemente, como cualquiera de nosotros, no ha sabido profundizar en esa fea realidad, no la comprende o se conforma con producir la suya propia. Pues la violencia que el film promete no es la auténtica, la que procede de la tragedia de la realidad, sino la que él impone a la realidad de manera absurda en sus fantasías, una violencia breve y no tan explosiva en comparación con otras de su producción, es verdad, aunque es igual de personal y gratuita... A alguien le divertirá seguro, pero es gratuita de facto, en el doble sentido de fácil y sin fundamento

 Porque el “agujero negro” que aquel crimen creó a su alrededor, del que en cierta medida se nutre la película, sigue creciendo de manera incomprensible a través de ella, hasta el punto de que, sin haber aportado luz en ningún sentido, muy a su pesar, se la traga.

 Por medio de esta retrospectiva crítica, la película pasa en mi apreciación de la categoría del entretenimiento al de la diversión fraudulenta.

 Más o menos lo que pasó con Malditos bastardos ¿O acaso equivale a algo más que a una bravuconada fantasear con hacer saltar por los aires la cúpula del III Reich, Hitler incluído, cuando ya ha pasado la ocasión de llevarla a cabo?; ¿es que la memoria colectiva, por medio de oscuras manipulaciones de la imaginación privada, puede volver a los campos donde se resquebrajó y recuperar su fulgor inocente, e incluso ganar batallas perdidas? 
 Tal vez puedan reírse con el intento algunos de los supervivientes del holocausto, pero yo no conozco a ninguno vivo, y dudo que pueda hacerlo alguno de entre los millones de cadáveres que dejó a su paso.  
 
 Ya, ya…, se trata sólo de cine, por supuesto. Pero, ¿es que el cine es menos que la realidad? –Además, si la historia la escriben los vencedores, en este caso los cineastas... ¿por qué al final no queda claro quién ha vencido a quién, ni es concluyente la historia que se está escribiendo?   
 Quizás sería demasiado pedirle a Tarantino que mirase a través de Billy Wilder, el cual, aunque sufrió en su propio pellejo junto a su familia la persecución de los nazis, los superó transmitiendo en su cine una visión nada maniquea de ellos, sino incisiva por ser comprensiva, pletórica de humorística, fantástica y conmovedora humanidad; por ejemplo en Cinco tumbas al Cairo, Berlín Occidente, y sobre todo en Stalag 17 = Traidor en el Infierno. Quizás sería demasiado pedirle eso, porque al fin y al cabo la visión de Wilder, en la que la fantasía brota de la materia de la vida real, no es la suya. Pero ¿me excedería si le sugiriera que viera esas películas y las tuviera en cuenta?

En fin, esta clase de “revisionismo histriónico” de Tarantino no tiene consecuencias, pero sus fantasías infantiloides sí. Y la más tangible de ellas, para mí, es que me alejan de él y del interés en su cine.

 Realmente a Érase una vez en…,  le sobra la violencia de la penúltima escena. 
Creo que para triunfar de verdad al final,  para vengarse del pasado o simplemente cerrarlo con un círculo, no necesitaba el "golpe siniestro de la realidad". Y menos aún darle la vuelta. Sólo reflexionar antes un poco, profundizar algo, argumentar más…Disponía en su propio guión con recursos de sobra.

¡Tenía tantas opciones plausibles entre las que elegir para encontrar su querido happy end sin desmentir los pocos datos más o menos ciertos que tenemos de la sórdida realidad!



lunes, 23 de septiembre de 2019

Futuro Vintage



 ¿Tiene la naturaleza alguna intención
  oculta?...  
                                                                                                                        
 Hay alguien tirado ahí 
como basura, bajo la esquelética sombra  
de La Happy Brothers, hacia la que se orientan todos los balcones de
la urbanización donde veraneo:

 Es apenas una sombra humana dentro de La Gran Estructura, 
abandonada sin piedad por la caprichosa mano del Tiempo.

 El cielo  sale por  detrás, entre palmeras y sinuosas montañas,   
hasta hacerse gigantesco frente al espejo del mar, cuyos escamas brillan.

 El mar de la carne orillea el otro, en torno a las sombrillas multicolores, 
 con sus cubos de plástico, sus gafas para bucear, sus zodiac y 
 sus flotadores.




Esto es lo que he visto al asomarme al amanecer desde esta ventana. 
  
 Y cómo una gaviota se cernía sobre una bandada de palomas 
y acorralaba a una, para saciar el pico en sus entrañas...
Ignorante de mí, ¿por qué pensé sin dudar que esta especie 
 se contenta con  vivir de las sobras?

El corazón se vuelve impuro, cuando lo que los ojos ven es impuro,
dicen que dijo Tiresias.

Sé que en cada puerto pesquero existe un Faro.  

 A los pies del Faro del Puerto de Mazarrón hay una calle muy empinada
llamada Martin Luther King. 

 Brindo por ella y por el sol  
con una copa llena de
 aire.