jueves, 7 de marzo de 2019

Ibaff X Edición-6º ROUND


  Sin ninguna duda ayer el Festival de Cine Independiente IBAFF, en la sexta sesión de su sección oficial, alcanzó uno de sus momentos más altos gracias a la propuesta inquietantemente conmovedora de Mohamed Ben Attia, “Dear Son”, una película maestra que sin trucos ni alardes aparentes se adentra en el desgarramiento del extremismo sirio atrapándonos desde el principio. Pacientemente y con decisión, con el ritmo de una pausada meditación llena de zozobra pero que en ningún momento se aparta de su objetivo, esta se adentra, a través del amor de unos padres que se desviven por su hijo, en el mismo corazón de las tinieblas; y acaso enciende también allí una pequeña luz muy necesaria de humanidad que contrasta con el maniqueísmo ideológico con el que los medios de comunicación dominantes, en nuestro querido Occidente, suelen despachar este tema. Sólo por atreverse a ello y hacerlo en profundidad, en actitud interrogadora y abierta, humildemente pero con ambiciones, esta película ya es extraordinaria. Porque los seres humanos, seamos árabes u occidentales, en efecto nos tocamos en el fondo, y el tema terrorista es complejo de por sí, quién puede cuestionarlo, al igual que la realidad que nos rodea; y como el director del film pone al descubierto, no debemos olvidar que nuestros puntos de vista habituales están delimitados por nuestros particulares intereses, y que por mucho que tratemos de ignorarlo nos desborda ampliamente, no se reduce a las razones que solemos tener al alcance de la mano ni a la explicación lógica... Pero es que además la película es una joya en el aspecto estilístico, y admira ver cómo con los mínimos recursos narrativos, unas interpretaciones contenidas y una discreta banda sonora muy bien escogida, que convergen con naturalidad luminosamente, se consigue  lo máximo:  ¿O es poco el que nos permita acercarnos al problema tratado desde los distintos ángulos humanos contrapuestos?, ¿ponernos en el lugar de los padres y, a la vez, en el del hijo, dejando de lado tópicos panfletarios y dramatismos fáciles, más allá de la histeria disgregadora del dolor de la pérdida, de la violencia explícita y de los aspavientos del horror ante la muerte?... 



  Como meditación de imágenes en movimiento, considero que esta demostración de serena humildad en el juego de los medios la hace más grande. Y que la delicada banda sonora de Omar Aloulou que la acompaña, siguiendo discretamente las evoluciones de sus protagonistas, merece en este sentido una mención especial. Ya que su leit-motiv se entrelaza de manera casi imperceptible con silencios significativos sustraídos a la confusión del devenir cotidiano, como en “transfoque sónico”, que parece surgir espontáneo del tema mismo, o de la psique protagonista, aportando una ambivalencia difícil de precisar muy oportuna, y decisivos matices de tensión y misterio, de ternura, de miedo y esperanza, que favorecen la introspección. En fin, no sé si ha quedado clara mi postura, pero por si acaso: a mí me ha encantado. Es una <maravilla> poder ver <el jardín en medio del incendio>...


 En cuanto a la sección de cortometrajes oficiales que precedió a esta película, presentada bajo la denominación Programa Ilusión,  sólo voy a decir que para mí fue una muestra variada e interesante que hizo que la sesión de ayer fuera realmente animada y provechosa. Emocionante. Pienso que es reconfortante recibir de vez en cuando, entre los empujones y los puñetazos de la dura realidad, más allá o más acá de las miradas desconfiadas apagadas por el rencor o el odio o la simple confusión, una caricia comprensiva, positiva, motivadora, una palmada soñadora en la espalda o un abrazo consolador. Y poder sentir así que la vida es, a pesar de todo, como el cine, una aventura increíble que vale la pena. 






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