domingo, 13 de mayo de 2018

Supercuerdas, EARTHLESS Or “Lost In My Own Home”


            

  En el lugar donde provisionalmente vivo ocurren “fenómenos extraños”, que otros considerarían “paranormales”:   Diversas circunstancias que me alejaron de mi familia y amigos, de mi hogar…  me impiden también contactar y regresar a él.  No puedo mantener otro vínculo con ellos que con el recuerdo, ya que allí no suelen funcionar los teléfonos, y cuando sí, nadie que responda corresponde a los números de contacto marcados. Sin embargo, en ese apartado lugar se materializa de forma espectral el mundo perdido, y los espectros de mis seres queridos más cercanos, de mi madre especialmente, me visitan a menudo para decirme que estoy en el lugar equivocado, y me invitan a que me vaya cuanto antes, al tiempo que aseguran que en mi ausencia, se escuchan allí ruidos improcedentes, que desconciertan al vecindario… 
 
 -“Pero ¿cómo podrías comprobar tú esa situación si el fenómeno sólo se produce cuando tú no estás presente?”...

    De nada sirve cerrarles la puerta y apuntalar las ventanas porque no se atienen a estos límites físicos elementales y,  además, cuando vienen a verme  resultan muy amables, incluso encantadores.  Si llaman al timbre, voy a abrirles porque aquí no conozco a nadie y sólo pueden ser ellos.  ¿Qué otra cosa puedo hacer?... De cualquier modo entran si es lo que quieren, cuando gustan, más de una vez me los he encontrado esperándome dentro, en mi habitación, en la sala de estar, o en el mismo recibidor de la casa:

-“Coge tu guitarra y toca algo para nosotros”, suele animarme entonces el espectro de mi madre,  mientras mi madre real me advierte a través de la puerta cerrada y de todos los kilómetros que nos separan: “¡No te fíes! ¡Esos tipos tan simpáticos que fingen ser nosotros, no somos nosotros, por mucho que sean capaces de utilizar, ellos sabrán cómo, la imagen de nuestra envoltura física!”.

 Aunque aparecen sin más ni más en  cualquier momento y lugar no me sorprenden, sin embargo, porque usualmente, al menos hasta ahora, vienen en plan tranquilo, a compartir sólo un rato conmigo,  y su mensaje no cambia:  Vuelve a tu casa real, esta no es tuya sino en sueños”…   Ignoro cómo es posible esa situación de “desdoblamiento” ni lo que significa, tanto como ignoro sus advertencias, porque estoy seguro, dentro del sueño, de que estoy en mi propia casa, por mucho que esté hecha sólo de sueño,  y sé que esas presencias, sea lo que sean, no pueden hacerme daño. 
 
  Lo que hace daño, pienso entonces, es querer algo y no obtenerlo, amar a alguien y que no te corresponda. Por ejemplo. Lo que te hace daño es no tener a dónde ir, no tener un lugar propio donde existir ni techo bajo el que cobijarse, y que los demás te desprecien. O que no suenen  las cuerdas del instrumento comunicador cuando las tocas, justo en el momento en que más lo necesitas; perder la humanidad por el camino, la curiosidad y la capacidad de asombro…  Morirse de escasez en la mismas puertas de La Abundancia ante la indiferencia general, eso sí es grave.
   Sin darme cuenta me he puesto a tocar en ese instante de introspección, para mí, una cuerda de una especie de guitarra gigante que se extiende hasta el infinito, tanto por arriba como por abajo, sin mástil y cuyos trastes adivino más que veo, que no suena y que sin embargo vibra nítidamente.  Es también una cuerda “espectral”, casi inmaterial, imagino que metafórica de no sé qué conexión entre esta situación y el resto... Tal vez  no suena  porque no va unida a ningún mecanismo de resonancia o caja armónica perceptible, tal vez  se trata más bien del hilo de una gigantesca araña, pienso, sin que me asuste demasiado la idea de esa supuesta araña. Y  siento, mientras la acaricio con el dedo índice, que de ella sale cierta melodía de un solo tono con múltiples variaciones, que es capaz de calmarme. ¡Qué bien me siento tocando esa única nota!… Luego me doy cuenta de que en realidad estoy combinando dos notas con el mismo dedo: dos posiciones, una sobre un traste indeterminado,  y otra al aire = infinito.  Advierto de pronto que una muchacha que vagamente puedo asociar con una “amiga” que perdí hace tiempo, me está escuchando.  ¿O es sólo el “espectro” de ella?... No sé realmente cómo enlazar lógicamente la primera parte del sueño con esta otra… De cualquier modo ella  demuestra con el  ensimismamiento de una atención  soñadora, que le gusta lo que toco, y que incluso “me comprende”…  Porque sin saber cómo “me va acogiendo en su seno”, se trata de una sensación más que de una percepción visual descriptible, esto es sólo una aproximación para el recuerdo, porque lo que ocurre es que me abraza  de modo que yo acabo metiéndome dentro de ella, no sé cómo,  hasta que me convierto en un feto, listo para renacer. En su interior encuentro confort dentro de una especie de asfixia anonadante, pero no es una satisfacción sexual, al menos no se trata sólo de eso... Me hace entender sin palabras, en esa intimidad inmarcesible, que “cuando toco esa cuerda no sólo toco esa cuerda para mí, sino que me toco a mí mismo y a ella también, y que así conecto con algo mucho más grande”.  
   




 
                                                                                    

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