lunes, 27 de febrero de 2017

El erizo de la púa de oro

 
Un día, a un erizo le salió una púa de oro, y entonces...

a) vendiéndola, el erizo se hizo rico, famoso... y muy amistoso: el amor llamó de nuevo a su puerta,  los amigos acudieron a millones, etc.

b) el erizo no vendió nada y siguió igual, entregado a lo suyo (por lo cual se considera en algunos círculos que se volvió loco)

c) el erizo cayó como cobaya madura en manos de filósofos, escrutadores profesionales de enigmas y hombres de ciencia: muchos creyeron que el erizo dejó de ser tal cuando uno de los más atrevidos expresó públicamente que este no fué nunca una criatura real sino un símbolo, aunque no especificó de qué; mientras los demás se tomaron la molestia de concretar con el tiempo que se trataba de un símbolo de orientación dibujado en la entrada de un laberinto de galerías subterráneas ricas también en otros materiales preciosos (siguiendo esta línea de investigación, que no llegó a cuajar, resultaba que cada pata del erizo era de un material precioso distinto que conducía a una galería de ese material determinado: una de oro había que conducía al oro, otra de titanio y otra de zinc, pero también había  ónice y diamantes líquidos incrustados difíciles de señalizar, y otras aleaciones imposibles)





d) el erizo dorado despertó de una pesadilla aliviado al verse íntegro frente al espejo, con todas sus púas de oro intactas, convencido de ser un lujoso pisapapeles (pisapapeles, en efecto, pero lujoso)

e) el oro amaba el palpitar de la sangre humana tanto como el rumor del mar, sobre todo anhelaba ser el colmo del asombro, del deseo y la codicia de la naturaleza extasiada, así que abandonó definitivamente al erizo y emprendió un idilio (si se puede denominar así una relación que le condujo a una profunda transformación molecular) con un rayo de sol
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n)








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